Pagando mandas…
El año de nuestro señor Jesucristo del 2010, el 4-5 de diciembre, antes de la fiesta de la Virgen, nos pilló subiendo por acarreos intentando en primer lugar llegar al famoso torreón del cerro Corona. La historia comienza así…
Después de una salida tarde, después de mediodía del sábado, obligados y al mismo tiempo seguros de los tiempos, con una dosis de cierta suficiencia, llegamos después del consabido taco de Av. La Florida a lo Valdés.
Desde el auto hasta cuando el sendero baja a la orilla del río, la hicimos a pleno sol y con tranquilidad. Algunos lento lento producto del equipo que llevábamos. Una ligera brisa ayudaba a la caminata.
Cerca de tres horas después llegábamos a las Vegas del Corona donde un arroyo caía de desde el SE. Unas pircas que ocupamos rápidamente sirvieron de cobijo para las carpas y para Roco y Gigio quienes iban a vivaquear. Además de un curioso lagarto y unos tabolangos no se vislumbraba gente en el lugar.
Después de la consabida colación compartida y una botella de Merlot nos dispusimos al tuto ya que la hora de levantada era las 3 AM. Por cierto creo que todos en su fuero íntimo pensamos en los muertos (80) que quedaron desparramados hace 40 años en la misma ladera donde acampábamos. Chequeamos que el super top Iphone de Roco y el Super califragilisticoespialidoso de Jorge indicaban que habría luna creciente.
A la hora señalada y con bastante rapidez nos preparamos. Mucha tecnología… De la luna nada… (Después con un simple calendario pude darme cuenta que era justamente la fecha del mes SIN LUNA). Remontamos un pequeño cerro redondeado que tapaba la vista, hasta empalmar con el valle que caía del sur. El riachuelo sonaba fuerte y ante la duda y la falta de luz, Gigio (el único que había ido hace años) decidió torcer hacia la izq. (NE) y subir sacándole el cuerpo a lo escarpado del terreno.
Con gran pesar nos dimos cuentas que el terreno, amén de cambiar de color, cambiaba de consistencia. Desde acarreos arenosos, a piedras duras, a piedras redondeadas, a piedras filudas, a acarreos de la /&$•/&/ etc. etc. en una secuencia interminable.
El maldito torreón lejos… muy lejos y ya el cansancio comenzaba a aflorar. Nos montamos en un sector rocoso haciendo el quite a lo arenoso y ahí llegó nuestro guía a sacarnos con gran rabia de Ceci y mía que por las patas cortas, teníamos en ese terreno un descanso a la eterna ladera.
Ya después aclarando, vimos con Jorge y Ceci las frontales de los otros dos que a unos 100 mt mas abajo seguían subiendo. El tercero, ni rastro. Pobre Carla dijimos. Se quedó. Se murió. Se fundió. Vino el momento del pelambre… Que los trekeros… que la falta de entrenamiento… que esto y lo otro…
Profundo error. La pobre susodicha encabezaba el pelotón y simplemente el Gigio había hecho una parada técnica…
Después de un sector arenoso finalmente Carla decidió quedarse ahí. A la pobre le dieron la orden perentoria de no moverse del lugar hasta que la pasásemos a buscar. Que frío…
Subimos por una pequeña lengua de nieve dura y cruzamos hacia la derecha. (El único maldito camino factible) Desembocamos finalmente después de una parada a pleno sol a un nevero de unos 120 mt con penitentes, ahí vino lo peor. Cinco horas y media y finalmente una ladera de unos 15 grados con esas porquerías que nos hacían caer constantemente. Al final unos 30 mt de arena y desembocamos a un mini portezuelo con vista a todos lados. El torreón al frente. Glup. Una chimenea de unos 40 mt y bastante mas difícil de lo que al menos yo, esperaba.
Seis horas hasta ahí… ¿Qué hicimos mal? Seremos muy pecadores? Quien nos manda subir estos cerros.
Gigio dio instrucciones claras y precisas. Cada uno encordado al anterior y llevando una cuerda (excepto el ultimo). Sin mochilas. El escalando de primero. Piolet al alcance de la mano y los clavos preparados…
Ya sube… ya cae todo el material del mundo (pensamos realmente que algún piedrazo iba a cortar la cuerda)
Pobre cerro. A puro martillazo colocando los clavos que sonaban no muy metálicos. La instrucción ¡no hay que caerse! Seguros no sirven de nada…!!!
Doble glup… yo no…!!! Nica…!!! Yo por ahí no subo… Excusas siempre habrán. Miedo también. Gracias a eso escribo estas líneas.
Finalmente Gigio asegurado por Ceci y casi sin colocar seguros sube por la chimenea y casi al llegar a un tapón rocoso se cambia hacia la izq. escalando una placa delicada por donde caían piedras. Ceci, 40 mt mas abajo protegida vigilaba y tensaba algo la cuerda, lo que solamente servia como apoyo sicológico… para ella.
Jorge a continuación me apremiaba indicándome que si en 3 metros de cuerda no me decidía tendría que partir, por lo que rápidamente me libere de la cuerda y di mi puesto al Príncipe Consorte, quien tomo posición mientras Roco y yo mirábamos de lejos la escena.
A continuación Gigio armó un anclaje y asegurando desde arriba comenzó la secuencia de escalada que; reconozcámoslo; para quien mira desde afuera es una lata.
Ufff… una vez que reemplace a Eduardo comencé a avanzar a hacia este enorme torreón que tenia en frente, mis dudas y temores quedaron atrás pasando a tratar de enfocarme en lo importante, esquivar las piedras que caían producto de la escalada de Bellota y asegurarme de poder ver por donde iba la ruta. Una vez que ella llegó a la primera reunión escuche un grito de Gigio… “Jorge Sube!!!!!”. Así tomé contacto con el cerro y la primera “presa” la que obviamente cedió a la presión de mi mano y cayo… ufff esto se ve peludo pensé, así comencé una lenta progresión en dirección esta primera reunión, esos 40 metros fueron realmente eternos, concentrado en no caerme (ya que la cuerda con que me aseguraban estaba un “poquito” suelta y claramente no escuchaban mis alaridos clamando que tensaran la cuerda), así llegue a la reunión donde me esperaban Gigio y Cecilia.
Una vez ahí, Gigio impartió las instrucciones siguientes y comenzó a escalar en dirección a la segunda y ultima reunión. La sola vista desde ahí era magnifica, por todos lados rocas sueltas una sobre otras sin ninguna adherencia, realmente es en esos momentos, cuando uno comienza a ver su entorno, que la pregunta típica “que mierda estoy haciendo aquí” se responde automáticamente. Una vez que Gigio llego arriba y armó la correspondiente reunión subió Cecilia obviamente no sin antes enviarme un par de dolorosos camotes a la espalda, a continuación le dimos la instrucción a Roco para que, asegurado por mi, comenzara a subir hasta la reunión intermedia.
La última parte a la segunda reunión se hizo sin mayores complicaciones, gracias a Dios y a los buenos reflejos de Roco que logró esquivar los camotes que caían producto de mi escalada. Una vez que estuvimos todos ahí, por seguridad, Gigio decidió montar un pasamanos que nos llevó al comienzo del último gateo antes de la cumbre, esta parte impresiona por la cantidad de bloques de roca totalmente suelta, definitivamente el Corona me recuerda los juegos de palitos chinos donde nada está firme y si uno mueve el equivocado caen todos.
La cumbre la disfrutamos con un rico chocolate, una buena conversa y la foto de rigor, la cual esta vez solamente fue coloreada por la bandera chilena que traía Roco ya que el banderín del DAV descansaba junto a Eduardo en mi mochila y no sé por qué nadie quiso ira buscarla, qué mala onda ¿no?
El descenso se realizó por medio de dos rapel, montados ambos por Gigio, quien lamentablemente recibió la peor parte, ya que debido a que decidió desequipar él la última parte, nos esperó en la reunión intermedia, por lo que recibió todas las piedras que caían producto de nuestros pasos.
Una vez bajo el torreón, el paso siguiente obvio era llegar hacia el campamento y reunirnos con Eduardo y Carla, de quienes no teníamos noticias desde que nos separamos.
Después de un tuto y de darme cuenta que eso iba a durar horas, decidí comenzar a bajar y pese a la tentación de bajar por donde correspondía, la solidaridad montañera pudo más y pasé a buscar a Carla, quien después de un reparador descanso esperaba unos 200 mt mas abajo. Aprovechamos de recorrer una zona de acarreo, que resultó peor que los anteriores, rompiéndonos a ambos los zapatos.
La sesión de fotos resultó magnífica quedando las uñas francesas de Carla retratadas junto a los pantalones entierrados y la chasquilla ad hoc.
Finalmente volvimos al campamento donde té y sopa nos recompuso, mientras esperábamos al resto.
Finalmente, cerca de las 20 horas comenzamos a bajar desde las vegas hasta el auto. Algunos incautos como Carla y EQ se comieron el cerro varias veces, terminando con el poto lleno de tierra en la última parte. Una bebida a las 22:00 PM (pensando en que al día siguiente todos trabajábamos temprano) nos ayudó a dormitar y la pobre Carla tuvo que manejar con tres copilotos que roncaban plácidamente.