Luego de haber hecho el primer cruce invernal del hielo patagónico norte el año 2006, nos quedo pendiente, el ir a solo a escalar algunos cerros e incrementar el conocimiento en terreno de algunos sectores de esta vasta área glaciada de la patagonia.
Luego de haber hecho el primer cruce invernal del hielo patagónico norte el año 2006, nos quedo pendiente, el ir a solo a escalar algunos cerros e incrementar el conocimiento en terreno de algunos sectores de esta vasta área glaciada de la patagonia.
Así, salimos de santiago el 6 de julio, Camilo Rada, Mauricio Rojas y Nicolás von Graevenitz, más el que escribe, todos con varias expediciones en la Patagonia a su hacer , con el fin de ingresar al sector del Lago leones. Tras algunos días de trasportes, caballos y viajes en zodiac, estábamos al pie del glaciar leones, punto de entrada mas simple del sector norte del hielo y también el mas usado hoy en día para acceder al Monte San Valentín. Luego 3 días de porteos por el bosque, estábamos en condiciones de avanzar por el glaciar, listos para ascender al Paso del Cristal, o punto de ingreso de la meseta , cuando llego intempestivamente, durante la noche una tormenta, cosa bastante infrecuente en invierno, temporada donde definitivamente las condiciones climáticas son notablemente mejores que el periodo estival, este frente nos retuvo por 8 días los que se fueron pasando y conversando dentro de un cómodo igloo. Cuando finalmente mejoro, logramos ascender el Paso Cristal en un gélido y agotador día. Desde ese momento, gozaríamos de una racha de casi 8 días de buen clima.
Al día siguiente, recorrimos 12 kilómetros, con los skis y pulkas a la rastra, dejando el San Valentín a nuestras espaldas, acercándonos al cerro Turret, hasta alcanzar luego de una respetable subida, la base del Cerro Hyades. Este coloso, objetivo principal del viaje, solo contaba con 2 ascensos, ambos de neo zelandeses, del 69 y del 72. Amaneció precioso al día siguiente mientras montados sobre los skis, ingresábamos a las primeras pendientes del Hyades, debiendo pasar algunas grietas, acompañados por un gran sol, y el Océano Pacifico, visible a nuestras espaldas, todo en su lugar, como concertado para ser perfecto.Alcanzamos el hombro a medio día, dejando los skis y en unas horas mas de marcha, terminamos en la enorme y plana meseta cumbrera, formada por hongos por todos su perímetro, que nos permitió gozar de una vista magnifica hacia el norte con en san Valentín y sus satélites, el glaciar San Rafael mas al oeste, el glaciar San Quintín, el cordón Aisén, el paso Colonia, el macizo del Arenales, y el inescalado Cerro Largo, y justo abajo, un puntito en el plano, nos recordaba nuestro campamento. Pasada una hora y emprendemos el regreso, skiando gran parte del recorrido, con una nieve buenísima, pero por la grietas, debimos encordarnos, limitando el placer del ski. Nos tomamos el resto de la tarde de descanso en el campamento.
Al otro día salimos en “full condition” es decir en medio de un vendaval , cero visibilidad, ropa toda congelada, demostrándonos que el invierno puede ser duro. tras 6 hora de marcha alcanzamos , solo gracias al GPS el campamento al pie del Cerro Largo, donde armamos nuestro segundo igloo, que agrego 4 agotadoras horas mas a la jornada, el frió y la transpiración de la marcha nos jugo una mala pasada, al acumularse hielo bajo las parkas, debiendo sacarnos la coraza gélida de tanto en tanto. Salimos el día subsiguiente de nuestro igloo, ya que había mejorado el clima, dejando a Mauricio descansando en el igloo, con rumbo a ascender un pico nevado que forma parte de los satélites del Cerro Largo, el Pico Naranja, el que alcanzamos a subir, íntegramente con skis, llegando a la cumbre justo al final del día, gozando un atardecer dorado, en la cumbre de esta montaña, regresando skiando , en una inolvidable bajada, no solo por lo escénico, sino también por la buena nieve. Desde la cumbre se vislumbró la ruta a seguir para intentar el Cerro Largo, notable cerro, que como bien lo dice su nombre , recorre casi 15 kilómetros de norte a sur, estando en su cabecera norte la cumbre principal. Aun no había sido ascendido, pese a intentos de los neozelandeses en sus expediciones, ya clásicas dentro de la historia de la exploración patagónica. El cerro, presentaba una enorme pared, muy difícil y solo por el costado este, existe una ruta, tal vez posible, pues un extraplomo de hielo complicaba el ascenso y desde la distancia era muy difícil saber las dimensiones de este, siendo esta montaña la mayor del Hielo Norte aun inescalada.
Al otro día, salieron muy temprano camilo y Nicolás, rumbo a abrir y equipar este sector de la pared, y el resto del grupo los seguimos con una hora de diferencia. La aproximación fue notablemente larga, sacándonos el primer grupo un gran ventaja, razón por la que solo ellos continuaron la ascensión. Pasaron varias horas antes de que alcanzaran el extraplomo, que al final eran sus sólidos 14 metros de hielo glaciar, de unos 40° de inclinación , los que fueron resueltos por camilo mediante artificial, afortunadamente tenían suficientes tornillos, mas tarde subió jumarenado Nicolás y ambos, tras 8 horas de dura escalada, se anotaron la primera del Cerro largo, 2760 mts y en invierno, claramente la ascensión mas técnica hecha por chilenos en los Hielos Patagónicos. Ya estaba bien avanzada la noche cuando regresaron al igloo, tan felices como agotados. El día siguiente, seguía bueno aunque con mas viento y algunas nubes lenticulares, que normalmente no se ven en invierno, así que salimos con skis y en plan liviano dirigiéndonos hacia el norte, recorriendo unos 10 kilómetros en randonee, hasta alcanzar el Cerro Turret, al que ascendimos todos, disfrutando de su pequeñísima cumbre y una vista espectacular, para proseguir al otro cerro cercano, el Escuela, que también alcanzamos a ascender ya bien entrada la tarde, regresando al igloo de noche y con mas de 22 kilómetros y dos cerros invernales hechos ese largo día. Como suele suceder, al día siguiente regreso el mal clima pero debíamos iniciar el descenso del Glaciar Nef, marcando con esto el inicio del regreso, pero como aun teníamos una cierta reserva de días, preferimos esperar a que mejorara .
Corrimos con suerte, pues al día siguiente la tormenta había pasado, dejando nuestro cómodo igloo y descendimos el largo y suave glaciar Nef, hasta alcanzar un recodo, frente al Cerro Cachet, donde el glaciar gira hacia el este, que usamos para acampar, continuando al día siguiente, por un recorrido de grietas, nieve y morrenas ya un clásico de la exploración patagónica, pero afortunadamente muy fácil. A medio día dejamos el hielo y entramos a los húmedos bosques y matorrales, alcanzando a armar campamento, aun con luz, en un bosque de lengas y coigues precioso. Al día siguiente unos debimos regresar por mas carga al hielo, mientras otros bajaron, explorando y porteando equipo. La salida elegida es a través del Valle del Rio Soler, el que nace del cerro Hyades y recorre en sentido Oeste a Este, terminado en el Lago Plomo, el que se comunica con el Lago Bertrand y esto son los brazos sur del enorme Lago General Carrera, que desagua dando origen al enorme Rió Baker. Así el 9 de agosto, luego de 4 días de porteos descendiendo el valle del Soler alcanzamos la orilla del Lago Plomo. La mañana siguiente fuimos sacados en bote, siendo desembarcados en puerto Bertrand y de ahí a un Lodge de pesca, por una merecida ducha, llegando a Coyhaique esa noche para darnos un festín carnívoro, que marcaría el fin de una aventura mas en la patagonia invernal.
Pablo Besser Jirkal.