Intento de ascenso al San José por Meyen en 1831 – Traducción del artículo publicado en 1931

Intento de Ascenso por Meyen de hace 100 Años (1831)

Por Prof. Dr. Brüggen – Santiago

(Extraído de un artículo de la Andina N°2 del Año 1920)

El primer intento de ascenso fue realizado por el naturalista alemán Meyen y lo llevó, según sus estimaciones, hasta unos 500 pies bajo la cumbre del volcán activo. Meyen hizo un viaje alrededor del mundo entre los años 1830 hasta 1832 en el Princesa Luisa, barco del Comercio Marítimo Real Prusiano. Sus observaciones y experiencias las publicó en un libro de dos tomos que apareció en el año 1834 y que se titula “Viaje alrededor del Mundo“.

En el libro se muestra un dibujo realizado por él del cerro, el cual es muy esquemático; el San José es llamado el cerro de fuego (Feuerberg) de Maipú, lo que más tarde dio motivo al error de considerar que habría subido el volcán Maipú ubicado más al Sur y a que éste último hubiese tenido actividad a comienzos del siglo pasado. Sin embargo, de la descripción de su ruta queda claro que ascendió el San José.

El 14 de febrero Meyen salió a caballo de Santiago con recomendaciones para el Comandante Militar de San José de Maipú; acá había una pequeña guarnición como protección contra las correrías de los Pincheira, los que en parte estaban formados por antiguos soldados españoles de la Guerra de Independencia y, en parte, por indios indomables. Era una banda de forajidos temida en todo el país que desde su escondite en las montañas del bosque de Chillán iniciaban sus correrías. En repetidas ocasiones visitaron causando una terrible devastación Chillán, Parral y Linares; en 1929 incluso fue asaltado Mendoza. El mismo San José, a pesar de su cercanía con Santiago, había sido saqueado por Pablo Pincheira y su banda 9 meses antes del viaje de Meyen.

Entre los oficiales y soldados de la guarnición, la intención de Meyen de subir al volcán provocó un gran asombro. Algunos hacían chistes acerca de su proyecto. Interesante es lo que escribe Meyen: “Continuamente nos tomaban por ingleses puesto que estos, en el grueso del pueblo de este país, tienen gran fama desde los tiempos de Drake.”

Al frente de San José, en el Toyo, fue recibido amablemente Meyen por los hermanos Bunster; los caballos traídos desde Santiago fueron cambiados por unos nuevos y tras un par de días de descanso se partió junto a ocho soldados, cinco campesinos de la milicia, un guía y dos sirvientes más. En la noche del 15 al 16 de febrero se consiguió avanzar hasta una hacienda a una legua antes de la desembocadura del Yeso en el Maipú. En el valle del Volcán el camino transcurre por la derecha del río y éste debe ser cruzado dos veces. No lejos de la desembocadura de este río en el Maipú menciona Meyen un pequeño castillo del tiempo de los españoles donde se dejó una guardia de cuatro hombres para no ser atacados sorpresivamente desde la zona alta del valle del Maipú. En la descripción de su viaje menciona Meyen las capas de piedra caliza ricas en fósiles que en el campamento Valdés forman las laderas a ambos lados del valle. Desde acá el camino comienza a ascender; el río tiene tres cascadas de 9 a 15 m de altura cada una. Luego se acampó en una planicie extendida a los pies del volcán que permaneció la mayor parte de la noche cubierto por nubes. Cuando éstas desaparecieron por la mañana, se vio una columna de humo y una llamarada levantándose desde el cráter principal. Tras la salida del sol desapareció la llamarada, pero la columna de humo, así como otra de una pequeña abertura lateral, se mantuvo visible durante todo el día. Meyen cabalgó por una hora valle arriba hasta donde se abre un valle hacia el Sur en cuyo final se levanta el famoso volcán. Un estero proveniente de los deshielos del volcán corre a lo largo de este valle. Tras esta descripción es claro que se trata del valle de la Engorda. También son mencionadas las acumulaciones de bloques de roca. Al final del valle se alcanzó el límite de la nieve y se debió dejar los caballos ahí.

El ascenso se intentó, en primer lugar, desde el Suroeste por donde Meyen buscó seguir la continuación del valle. Lo que él vio y consideró como rocas negras que ofrecían escalones para facilitar el ascenso era, sin embargo, nieve cubierta por ceniza, es decir, en realidad hielo glaciar. Tras este intento fracasado, escribe Meyen, habría comenzado a ascender el cerro desde el Noreste. Acá debe haber un error y se debe tratar del Noroeste puesto que no se menciona que los caballos hayan tenido que ascender. Por esta ruta llegó Meyen rápidamente a grandes neveros que eran duros como hielo, es decir, eran glaciares que se encuentran encima de una piedra caliza similar al alabastro incrustada en el yeso. Después de cruzar el glaciar se atravesó un gran acarreo que se levantaba directamente hacia la pendiente del cono. Debió saltar de una piedra a otra y luego de nuevo vadear ceniza profunda. El ascenso se vio aligerado gracias a que finalmente las masas de ceniza suelta fueron separadas por columnas de lava sólida. Por estas columnas escaló Meyen como por una escalera hacia arriba hasta que la ruta de nuevo llevó hacia cenizas. Así Meyen pensaba que apenas 200 pasos lo separaban de la pequeña fumarola y que podía alcanzar la cumbre cuando repentinamente su ruta se vio interrumpida por una por una profunda quebrada que hacía imposible continuar. El pequeño cráter, desde el cual salían gruesas humaredas, se encontraba rodeado por roca descompuesta convertida en escoria. Justo encima de este cráter, la cima de la montaña estaba rodeada por una protuberancia de roca de la cual colgaban carámbanos de hielo. La altura de la cumbre fue estimada a 500 pies por sobre el punto más alto alcanzado.

Traducción: Álvaro Vivanco

Artículo publicado originalmente en la Revista Andina 1931 Heft 4 San José