Primer Ascenso del Cerro Arenales – Traducción del Relato de 1959

Primer Ascenso del Cerro Arenales

Crónica de Kurt Claussen S.

En la ANDINA de 1958 ya proporcioné algunos detalles sobre esta expedición. El siguiente reporte trata de las últimas etapas del ascenso a la cumbre.

La organización de toda la expedición estuvo en manos de la Federación de Andinismo y Excursionismo de Chile y el Club Alpino de la Universidad de Kobe. Nueve chilenos y nueve japoneses pasaron 70 días en el Campo de Hielo Norte de la Patagonia. Al sudeste del Lago Buenos Aires, desde el primitivo aeródromo de Colonia, la expedición avanzó hasta el Lago Colonia, donde se estableció el primer campamento principal.

La transferencia a la otra orilla del largo lago glacial (7 km de longitud) fue difícil y requirió mucho tiempo valioso. Finalmente pudimos establecer el campo principal II al otro lado del lago, debajo de la boca de entrada del glaciar Colonia.

Desde aquí el Cerro Arenales se encontraba a 20 km. Esta distancia tenía que ser recorrida exclusivamente sobre hielo. Entre los participantes había montañistas, científicos, fotógrafos y un médico que tenía la intención de explorar a fondo esta zona. Los resultados llegarían pronto aquí a Chile, en formato de una película y de informes científicos.

La última parte de este ascenso excepcional se informa en el siguiente registro:

4 de marzo. Campo Alto III. Después de una ardua labor, el cruce de la caótica cascada de hielo fue finalmente superado. Esa misma tarde, se discutiría el plan de ataque hacia la cumbre. La primera cordada integrada por el Profesor Takagi, Emmangi y el autor, subirán al campamento IV con un pequeño equipaje. La segunda cordada integrada por Mills, Piderit y Morita, acompañará al primer grupo, equipará el campamento IV y luego regresará al campamento III. Desde el campamento alto IV, el grupo I debe establecer el campamento alto V y subir a la cima. Al mismo tiempo el grupo II apoyará a la primera cordada yendo al campamento IV y, si el grupo I resulta abatido, hará un segundo intento de ascenso. El grupo III (Iturriaga, Maeda y Muga) se quedará en el campamento alto III hasta que otro grupo regrese y entregue los esquíes, de los cuales sólo hay 6 pares.

5 de marzo. El clima es excelente. El ambiente del campamento es muy optimista, porque estamos a punto de despedirnos de las dos primeras cordadas, los cuales tienen la tarea de subir a la cima. Después de un buen desayuno, se distribuyen las cargas de 15 kilos y nos adentramos a la cascada de hielo. Debido al equipaje, el progreso entre las torres de hielo acompañado del suelo blando presenta tantas dificultades, que ya nos hace tomar en consideración el retorno. Con la ayuda de una tirolesa (puente de cuerdas) las cargas son transportadas en algunos puntos críticos. El sol no tardará en hacerse sentir.

El hielo se vuelve blando y aumenta el esfuerzo sobre los glaciares. A la derecha y a la izquierda y también debajo de nuestros pies, cruje y retumba misteriosamente. La constante caída de estas agujas de hielo causa pequeñas avalanchas. Poderosas masas de hielo descienden en forma de avalanchas en las laderas del Arenales. La cámara de filmación comienza a funcionar, pero la distancia es demasiado grande. El golpeteo y el estruendo de estas masas de hielo penetran en nuestra médula y nuestras piernas, y espero poder dejar atrás esta espeluznante zona rápidamente. Finalmente llegamos a la meseta más allá del área de los seracs. Después de un breve descanso para almorzar, nos ajustamos los esquís, que están cubiertos con pieles, y continuamos pisoteando el terreno agrietado.

Los puentes de nieve se examinan con mucho cuidado y nos hacen dar grandes desvíos, pero el peligro a esta alta temperatura nos obliga a hacerlo. El tiempo se acaba, y la segunda cordada tiene que volver al campamento III. Continuamos pisoteando hasta encontrar un lugar adecuado para el campamento IV. El profesor Takagi se queda aquí y comienza a instalar el campamento. Junto con Emmangi viajo en las tablas hasta el lugar, a unos 200 metros más abajo, donde nuestros compañeros han dejado sus cargas. Pronto estaremos de vuelta al campamento IV y trabajaremos diligentemente en nuestro nuevo campamento, que estará equipado con gran dedicación y experiencia en la instalación de carpas de la manera más agradable y cómoda posible. El comienzo del atardecer hace que la zona sea aún más fabulosa.

La temperatura baja rápidamente, pero nos quedamos afuera, con una pipa cómodamente, y envueltos en nuestros trajes de plumas, disfrutamos de una noche inolvidable. Mientras tanto, la estufa ha hecho su cometido, y acostados en nuestras bolsas de dormir, comenzamos nuestra cena. Los tres nos agachamos alrededor de la cacerola común y esperamos la sopa Knorr. Nunca olvidaré aquella noche. El profesor Takagi hablaba de los Alpes, donde pasó más de 10 semestres haciendo excursiones con los montañistas más famosos de nuestra madre patria, como Herrligkoffer y Buhl, y también participó en cursos de montañismo. Una estrecha amistad entre nosotros existía sin duda. La comprensión mutua y la extraordinaria camaradería son de gran importancia en los momentos críticos de una expedición, y puedo asegurar que ha estado entre nosotros desde el principio.

6 de marzo. Dormimos bien esa noche. Nos despertamos renovados y alertas alrededor de las 3:30 a.m. El comienzo del día prometía buen clima. De nuevo pusimos la estufa en funcionamiento y preparamos nuestro desayuno.

Nuestro equipo para la instalación del campamento V consiste en una carpa de dos plazas, 2 colchonetas de aire, cocina y comida para 6 días para 3 personas. Nuestro equipo personal consiste en el traje de plumas, esquíes, crampones, cuerda, piolet, algunos tornillos para hielo y una piqueta tipo martillo.

Con ese equipaje salimos del campamento IV alrededor de las 6.30 am. Seguimos en nuestras tablas hasta una meseta bajo el collado Arco – Arenales. Debido al terreno ascendente y a la nieve dura, los crampones tienen que reemplazar a los esquíes, haciendo nuestras cargas aún más pesadas. Ahora estamos a unos 100 m por debajo del collado, donde descansamos. Ya es casi mediodía. Desde el oeste, se acercan altas franjas de nubes que anuncian un eventual cambio de clima.

Bajo ciertas circunstancias, esto podría costar la conquista de la cumbre y, por falta de tiempo, toda la expedición podría ser aplazada. Después de una larga discusión, en vista de las dudosas condiciones climáticas, decidimos llegar a la cumbre esa misma noche. La luna llena debería ayudarnos a lograrlo. Con una carga muy ligera salimos del depósito y pisamos las tablas hasta el collado y luego giramos hacia el norte hasta el Cerro Serrucho, una cumbre secundaria del Arenales. Ya desde el collado podemos ver la mayor parte del Campo de Hielo Patagónico Norte, que se extiende unos 50 km al oeste hasta el Océano Pacífico.

Nos estamos metiendo en un hielo muy duro. Anclamos las tablas con un tornillo de hielo para que el fuerte viento patagónico no las vuele, y seguimos escalando con crampones. El profesor Takagi siempre me deja ir de primero, lo que me es muy útil, porque como intermediario de las cordadas sabe aconsejarme bien, sobre todo a la hora de elegir la ruta de ascenso. A continuación, Emmangi nos sigue con la cámara de filmación, grabando el ascenso. Ahora alcanzamos también la altura del Cerro Serrucho y seguimos caminando sobre hielo vidriado hasta la antecumbre del Arenales. Con cada pocos metros que subimos, ampliamos el horizonte de este paisaje único de la Patagonia. Los descansos se hacen cada vez más frecuentes. La acogedora pipa de Takagi consume el resto del tabaco, y estamos contentos de estar visiblemente más cerca de nuestro objetivo.

Llegando al último collado, justo debajo de la cumbre, comienza la puesta del sol. Trato de presionar al equipo para que se apure, porque aun quiero tomar algunas fotos de la cumbre. Muy exhaustos, junto al gran frio y el viento patagónico, pero felices por nuestro éxito, estamos en la cima del Arenales alrededor de las 8 p.m.

Un atardecer que se desvanece y la luna llena que emerge por el este le dan a los alrededores un encanto especial. El Arenales domina el Campo de Hielo Patagónico Norte como un rey. Una imagen indescriptible. Hasta ahora mi mayor experiencia en los Andes chilenos.

El descenso es muy peligroso. El hielo duro y la engañosa luz de la luna nos obligan a concentrarnos. Bajamos lentamente, alrededor de la medianoche tenemos que descansar por falta de fuerzas, pero justo debajo de nosotros está el material para vivac, que nos sirve de campamento para el resto de la noche.

A la mañana siguiente partimos hacia el campamento IV y luego llegamos al atardecer al campamento III, donde nos esperan con grandes ovaciones y la última botella de vino.

Como ya se ha mencionado, el exitoso ascenso al Cerro Arenales sigue siendo la mejor experiencia de todos mis viajes en los Andes hasta el momento. Se espera que el lector tenga pronto la oportunidad de experimentar el desarrollo de la expedición por sí mismo en formato de película.

El jefe del grupo japonés, el Profesor Dr. Tanaka, ha publicado un libro sobre la expedición en japonés, que ahora será traducido al inglés.

El idioma oficial hablado era el inglés. Aunque todos los participantes chilenos y japoneses tenían conocimientos de inglés, el Profesor Takagi y yo pudimos hablar con fluidez en alemán, lo que fue muy conveniente para la comprensión entre ambos grupos.

 

Traducción: Ángel Sánchez

Relato publicado originalmente en la Revista Andina de 1959