Nevado del Plomo – Primera ascensión desde el lado chileno

Relato de 1950 de Eberhard Meier del primer ascenso por el lado chileno al Nevado del Plomo. Traducido por Enrique Schneider.

Nevado del Plomo – Primera ascensión desde el lado chileno

   14 Febr 1950

Eberhard Meier 

Wolfgang Förster

 Wilhelm Niehaus

 Los seismiles de nuestra cordillera limítrofe presentan hasta el momento muy pocas ascensiones, un hecho, debido posiblemente a su relativamente difícil abordaje. Esto se traduce en un mayor período de tiempo empleado en sus ascensos. Y en esta categoría el  Nevado del Plomo está en un lugar destacado por ser el de más complicado abordaje. Solamente para acceder  a su base, ya es en sí, una expedición de alta montaña y recién entonces comienza realmente su ascenso.

En este caso no hay que confundir el Nevado del Plomo con el cerro Plomo, visible desde Santiago. El se sitúa a más de 20 kms. al interior, en la misma dirección, en la frontera y es además 600 metros más alto. Lo que nosotros sabíamos únicamente que había sido ascendido en el año 1910 desde  el lado argentino, en una expedición de todo el verano por el Dr. Reichert, eso es desde el este, para lograr su cometido y en todos estos años no había sido perturbado en su divina paz.

Quizás fue esto lo que nos empujó a conquistar esta región virgen.

 

Después de una cabalgata de dos días por los valles del Colorado y Olivares  llegamos al  Gran  Salto del Olivares. Durante el camino no faltaron los inesperados acontecimientos. Una  vez nos sorprendió una inesperada tormenta que nos obligó a acampar a la una de la tarde, después se espantó una de las mulas  botando su carga cerro abajo y que por milagro no cayó al río Olivares, al ser detenidas por un salvador montículo. Pero, ¿cómo debía transcurrir todo sin incidentes en un a excursión tan larga?

En el Gran Salto comprobamos lo inadecuado que era el terreno para establecer un campamento base. El Olivares es muy sucio para agua de beber y además hay muy poca leña. Un poco valle abajo encontramos finalmente junto al Estero dela Ferrosaun lugar adecuado donde acampamos. Un cristalino estero nos proveía de agua bebible y no era falto de leña como tampoco de Tabolangos  como después pudimos comprobar, animalitos proverbiales  que no escatimaban esfuerzos para esconderse en las carpas y sacos de dormir. El campamento no tardó en ser bautizado como Campamento de los Tabolangos.

Y entonces empieza lo serio de la vida. Normalmente estábamos acostumbrados a llegar  con las mulas hasta la frontera de cuatro mil metros, ahora tuvimos que echarnos a las espaldas, las pesadas mochilas ya a los dos mil quinientos metros. Estamos frente al Gran Salto cuyo impresionante roquerío cierra el valle del Olivares. Desde la izquierda cae en incontables cascadas el impresionante Salto del Olivares hacia la derecha  un impenetrable laberinto de grandes y caedizos bloques de hielo, la lengua del  glaciar Juncal Sur y entre medio la casi vertical pared dela Loma  Rabona.Y aquí donde todo  es denegado, pretendemos  forzar una ruta de ascenso. Probamos primero por el glaciar. Las numerosas grietas y seracs dejan luego como impracticable nuestro temprano reconocimiento. Así somos obligados a dirigirnos cada vez más hacia la derecha, a las morrenas y después hacia las rocas. Después de las primeras dificultades avanzamos inesperadamente bien. En una fisura debajo de un gran extraplomo rocoso nos forzamos hacia arriba. Tan imposible como nos parecía en un principio esta pared de rocas, encontramos siempre una nueva pasada. Entonces tropezamos inesperadamente con unas dobladas estacas de fierro empotradas en la roca .Así supimos, que íbamos bien, pues más arriba hace muchos años se explotaba una mina de plata. El mineral era transportado hacia abajo a través de esta pared. Finalmente salimos de la pared a un territorio mas transitable, de todavía laderas muy empinadas y después  siempre adelante por acarreos. Después de mucho sudor y respiro logramos superar  la arista superior donde nuevamente es más plano Nosotros vemos casi en su totalidades glaciar Juncal Sur, en un interminable mar de penitentes. Pobre del que tenga que aventurarse por esos campos. Entonces aparece repentinamente el flanco sur de nuestro cerro, una pared de varios cientos de metros, sobre la cual se descuelga un glaciar. Por ahí no hay la menor esperanza..Pero como primero, encontramos en una abrigada hondonada un lugar adecuado para nuestro campamento alto. Cantidades de astillas de vidrio nos dejaron perplejos. Como supimos posteriormente, tocó la casualidad que acampamos en el mismo lugar donde lo hicieron los primeros escaladores del cerro Risopatrón, en el año 1935, entretanto habían transcurrido 15 años.

A la mañana siguiente  partimos con carga liviana  en ruta de reconocimiento. Primero debemos conocer muy bien la zona, antes de poder hacer un intento serio

Nosotros deambulamos por las morrenas y el glaciar Juncal hacia el norte, siempre a la vista de nuestro cerro. Prontamente comprobamos que por el lado oeste del cerro no hay posibilidades. Como última chance queda todavía el lado norte. Nosotros sabemos por experiencia que cerros fuertemente glaciados por el sur, tienen las más de las veces  su punto débil por el lado opuesto. Así proseguimos siempre en dirección norte para llegar finalmente a una gigantesca  cuenca glaciar, flanqueada por el Juncal Chico, Juncal y Nevado del Plomo. El tiempo en el intertanto ha empeorado y empieza a nevar. Pero finalmente podemos constatar que por aquí esta la única posibilidad de ascensión. Debido al cambio de tiempo iniciamos inmediatamente el regreso. Relampaguea y truena y el ambiente cargado de estática hace que se descargue a través de nuestros piolets. Por suerte se trata de un temporal pasajero. Pero ha caído tanta nieve fresca que no apetecemos quedarnos en el campamento alto y en el mismo atardecer continuamos hasta el campamento base, donde recuperarnos mejor del esfuerzo. En el intertanto el campamento alto quedó completamente abastecido de material.

Con dos días de descanso en el campamento base logramos una recuperación necesaria y  estamos nuevamente  en buena forma. Llenos de esperanzas iniciamos un nuevo intento. Nuevamente subimos por el Gran Salto. El mediodía nos sorprende renovados en el campamento alto. Lamentablemente nos retiene aquí un temporal, pero estamos preparados para eso. Nuestro infaltable juego de naipes nos defiende del aburrimiento. La marcha es postergada para la mañana siguiente. Fuertemente cargados subimos por las interminables morrenas. Debido a las pesadas mochilas nuestro avance no es rápido como en  la subida de reconocimiento. Pero en la tarde llegamos  a la cuenca glaciar superior, de donde podemos mirar el primer tramo de ascenso. Aquí un poco sobre los 4000 mts. de altitud establecemos el campamento alto número dos. Con radiante sol preparamos nuestra comida. Enfrente la helada muralla de hielo del Juncal, ilumina  una vez más con un romántico color rosa y después sobreviene una gélida temperatura. El siguiente día nos sorprende escalando por  el filo norte de nuestro cerro. Dejamos la cuenca glaciar y subimos por las morrenas y llegamos a laderas de rodados. Finalmente se alternan partidas de rocas con canaletas en una zona permanentemente de mucha pendiente. Al atardecer llegamos a un cruce del filo a unos 5000 Mts. de altitud. Nosotros buscamos un lugar donde acampar, pero no encontramos ninguno plano. Finalmente en una saliente de unos dos metros cuadrados para la base de nuestra carpa establecemos en esta aérea ubicación nuestro campamento alto número tres. Con  una privilegiada vista del complejo glaciar del Juncal y Olivares como nunca antes nadie había tenido.

Y entonces se inició el gran día.,el día decisivo. El tiempo podría haber sido mejor, pero nos atrevimos ya que no queríamos esperar  en este campamento. Ya dentro de la carpa nos calzamos los crampones, los que usaríamos durante todo el día. Desde el campamento atravesamos siempre en nieve polvo unas laderas muy empinadas  en dirección a un bastión de rocas que cruza toda la ladera norte. Llegado a este lugar no más buscar un paso hacia arriba. Una empinada chimenea bloqueada por un tremendo peñazco fue finalmente la única solución. Este  fue un duro tramo de trabajo quizás el, más agotador de la escalada del cerro Fatigados llegamos al Plateau superior. Ahora está libre el camino hacia la cumbre. Silba un viento muy helado. Por suerte ya nos habíamos arropado con bastante ropa adecuada. El cielo está fuertemente nublado casi amenazador.

Pero quién claudicaría aquí tan cerca de la cumbre. Nosotros contamos fuertemente con que el tiempo permanezca más o menos estable. En el peor de los casos podría desencadenarse  una pequeña tormenta como en las tardes precedentes. Estamos parados sobre el glaciar suprior el que se quiebra hacia el oeste a mitad de la pared. Sobre un ligeramente inclinado filo avanzamos paso a paso. Como el aire es muy delgado a estas alturas cada metro debe ser batallado y acompañado  de frecuentes pausas para respirar.

Súbitamente nos encontramos sobre la ansiada cumbre. Es casi la una del mediodía  cuando azarosamente nos damos las manos. Muchas nubes tapan empero una  buena vista. Pero que importa, lo principal es la meta lograda. Infructuosamente  buscamos un testimonio. Ahí sorpresivamente debajo de una piedra, un trozo de papel sin mayores inscripciones como única señal de la primera ascensión acaecida hace 40 años. Que pequeños nos vemos ante este sobrecogedor paisaje cordillerano y a pesar de ello  se mezcla una pequeña satisfacción de permitírsenos estar de segundos aquí arriba después de transcurridos 40 años. La historia del papel fue aclarada mucho tiempo después. El Dr. Reichert nos  contó que el papel  había sido usado con un fin totalmente distinto, pero que era un testimonio de todas maneras. Wolfgang Förster y Wilhelm Niehaus construyen un monolito y dentro de una caja de lata dejan nuestros nombres. ¿Quiénes la encontrarán y serán los terceros?

El descenso transcurre sin contratiempos, precauciones especiales tomamos en la empinada chimenea, para poder finalmente sacarnos los  crampones en la carpa. Después de un pequeño descanso y un ordenamiento del campamento tres nos desplazamos hasta el campamento alto dos donde nos esperaba una tranquila noche de descanso. Cansados gateamos dentro de los sacos de dormir y disfrutamos  de un merecido sueño después de esta exitosa jornada. Recién a la siguiente mañana, cuando el sol por encima del Juncal alumbró y calentó nuestra carpa, nos levantamos Hoy podemos permitirnos semejante cosa. El tiempo está nuevamente magnífico. Un esplendoroso cielo azul nos permite olvidar las penurias del largo regreso por las morrenas del glaciar Juncal Sur. Nuevamente disfrutamos de las vistas en todas las direcciones. Las máquinas fotográficas no descansan  En el campamento alto uno nos esperan  unas  delicadeces que habíamos dejado para el regreso. La despedida de este impresionante lugar nos afecta. Sólo después de seis años volveríamos para la ascensión del Risopatrón. Pero ahora sólo nos interesa la cazuela que nos espera en el base. Como locos bajamos los escalones del Gran Salto. La entrante noche nos sorprende de vuelta al campamento principal, donde los arrieros nos esperan con una abundante cena, que nos satisface el enorme apetito que se genera a más bajas alturas, en el regreso.

Hasta aquí ha terminado nuestra  hasta el momento, más larga excursión de alta montaña. Cinco largos días se invirtieron en la ascensión propiamente tal, siendo que normalmente se ocupan solamente de tres a cuatro días Pero la gran diferencia de altitud entre los 2500 mts. de el Gran Salto y los 6050 mts. en la cumbre de el Nevado del Plomo, debe ser medida en su verdadero valor, pues debe ser hecha enteramente a pie.

Todavía nos quedaban algunos días de vacaciones y una nueva cumbre de premio nos debía ser dada desde la hasta ahora virgen  Sierra Esmeralda.

Pudimos disfrutar de un  agradable tiempo y una  envidiable y maravillosa  vista sobre todo el recorrido de toda la ruta al Nevado del Plomo, que pocos días antes en gran tensión nos había mantenido. Después de una exploración del paso Las Pircas nos devolvimos a Santiago a través del paso  el Cepo. Cuantas enriquecedoras vivencias pudimos traer de regreso a casa y cuanto sol luminoso capturamos para nuestro gris diario vivir.

 

Eberhard Meier             

 

Nota: Primera ascensión desde el lado argetino (lado este)y primera absoluta 2 Enero de 1910. Bade, R.Helbling y Federico Reichert.

 

Traducción de ANDINA  1958 (D.A.V.) hecha por Enrique Schneider

Más fotos de esta expedición se pueden ver acá: Galería de Fotos Expedición Nevado del Plomo 1950